Cuando era niño y crecía en Colombia, la Patagonia me parecía un lugar imaginario que siempre oía mencionar en declaraciones o expresiones que implicaban una gran distancia. Cuando queríamos describir un lugar que estaba lejos, podíamos decir algo como “Tuve que ir a la ‘Patagonia’ a recoger mis zapatos. Tardé una eternidad en volver a casa”.
Fue una gran sorpresa para mí cuando finalmente aprendí en una clase de geografía que la Patagonia era un lugar real en el sur de Argentina. Pero incluso sabiendo entonces que la Patagonia era un lugar real, nunca disminuyó ese aura legendaria y mágica en mi corazón por esta tierra lejana.
En mi reciente viaje a la convención de origami en Rosario, Argentina, le pedí a mi amiga Gaby Orzo que por favor me trajera un guijarro de su casa. ¡Qué suerte he tenido de que Gaby viva en la Patagonia! Como es fiel a su espíritu generoso, Gabi me trajo no uno, sino varios objetos hermosos empaquetados con cariño dentro de cajas modulares de origami. No sólo había cuatro hermosas piedras, sino dos dientes de tiburón fosilizados que Gaby encontró en Montaña Blanca.
Cuando Gaby me dio estos tesoros, me explicó que el diente grande de tiburón la representa a ella y el diente pequeño a Rafaelito, su hijo de dos años. Siempre atesoraré estos regalos con mucho cariño no sólo por ser de la Patagonia, sino especialmente por el amor con el que Gaby me los dio. ¡Gracias de corazón, Gaby!
Consejos para el papel de origami
En cuanto a las cajas, Gaby las hizo con papel reciclado. Los modelos modulares quedan muy bien si se hacen con cuadrados de papel cortados de páginas idénticas de diferentes ejemplares de un catálogo o folleto. La repetición rotativa del mismo patrón da al modelo terminado un aspecto caleidoscópico.
Este es un ejemplo de páginas idénticas de catálogos obsoletos utilizadas para hacer una caja modular. Tanto la tapa como la base están hechas con cuatro cuadrados iguales de papel . Haga clic en la imagen para verla más grande.